Aceites de un Bosque Sagrado

En el departamento de Totonicapán, Guatemala, existen comunidades que habitan a más de 2,000 MSNM. En un lugar donde la altitud y las condiciones climáticas son tan frías, que dificultan la productividad de las cosechas, las personas dedicaban sus esfuerzos únicamente al cultivo del maíz, el cual se daba una vez por año.

El estilo de vida de las personas se encontraba en una situación precaria, tenían un ingreso de 60 dólares al año. Sin acceso a centros de salud, medicamentos, servicios básicos como el agua y pocos ingresos al año; estas personas acudían a centros comunes para poder bañarse una vez por semana. En el mismo lugar las mujeres daban a luz a sus hijos, asistidas por una comadrona.

En caso de dificultades de salud, la tendencia era y es acudir a curanderas o curanderos, los cuales realizan sus procedimientos y recetas basados en plantas medicinales.

Tras varios acercamientos y esfuerzos por conocer muy bien estas comunidades, FundaSistemas detectó que los bosques son de mucha importancia, casi sagrados para los habitantes, de tal forma que su estilo de vida gira alrededor de la protección y el cuidado de sus bosques. Esto hace que las personas sean muy prudentes al utilizar la tierra para cultivar, por lo que se encontró un cultivo que podría beneficiar los ingresos de las personas y que ya formaba parte de su estilo de vida, las plantas medicinales.

Acompañados de la organización CDRO, empezaron a trabajar junto con las mujeres de las comunidades, para cultivar las plantas medicinales; y con la colaboración de expertos del Cosmetic Valley en Francia, se realizaron estudios para analizar las plantas cultivadas y sus aceites. Al finalizar las investigaciones, enfocaron el interés al cultivo y comercialización de 4 plantas medicinales: manzanilla, pericón, milenrama y salvia.

Junto con la empresa comunitaria Mabeli, de la cual se hicieron socios y socias los productores, se creó una línea spa de productos de belleza y cuidado personal. Estos productos tenían como base ingredientes naturales como las plantas medicinales cultivadas en Totonicapán.

El laboratorio para crear los productos se estableció en las comunidades, para luego ser comercializados en supermercados nacionales e internacionales, farmacias, y mercados locales.  

Tras haber implementado este sistema, se generaron muchos cambios en el estilo de vida de las mujeres involucradas y sus familias. Al haber cambiado el cultivo, se elevó la rentabilidad del suelo 5 veces más que con el cultivo del maíz. Han generado nuevos ingresos que sirven para mejorar su dieta alimentaria, seguridad, educación y salud. También se han creado hábitos de ahorro, en busca de un mejor futuro.

“Lo más importante es que nos hemos puesto de acuerdo, las comunidades, empresarios y el gobierno para poder emprender un proyecto que pudiera beneficiar a las familias. Ahora el contexto de las comunidades cambia en no pedir que les regalen todo o exigir cosas al gobierno, sino que nosotros ahora estamos aportando para cambiar. Todos en conjunto podemos hacer cosas importantes que nos pueden ayudar a mejorar.”

– Lesbia Taló, Gerente de Mabeli.

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